jueves, 30 de junio de 2011

La gana es dadivosa

La gana es dadivosa


Soy de los que piensan que las redes sociales sí han venido a cambiar muchísimo la manera en que interactuamos con los demás. En Facebook, Twitter, Tumblr y YouTube he encontrado espacios para expresarme y compartir con muchos de ustedes pensamientos, quejas, congojas, alegrías y traumas que de otra manera me habría sido difícil hacerlo, sin embargo siento que cada vez soy más virtual que real y cuando me encuentro cara a cara con ustedes digo poco.
            Recuerdo cuando las redes sociales no existían, cuando yo medía menos de 1,50m y me revolcaba por los dolores de cabeza tres veces por semana, tenía odios internos que me quemaban y uno o dos conocidos con quienes jugaba a… andar en bicicleta (¿?). En mi caso, el advenimiento de las redes sociales coincidió con mi entrada al mundo de los nombres propios y al juego de las amistades. También coincidió con la época en que me dio por decir lo que pensaba y cuando decidí vivir por mí y no por lo que decían (y por lo que no me decían), así que ha sido una experiencia divina. Tengo amigos de verdad, 5 Mejores Amigos y 5 Amigos (sí, tienen clasificación porque así me da la gana vivir), además tengo una familia llena de raros y adorables seres.
            (Podría cerrar mi cuenta de Facebook.)
            (Tendría que pasar encima de mi propio cadáver para cometer semejante crimen.)
            Pero un fenómeno que me ha llamado mucho la atención, y de la que yo mismo he sido partícipe, es la constante queja y mandamientos inventados por lo que los demás hacen con sus cuentas de Facebook, Twitter, Tumblr, YouTube, y demás. Recuerdo que hace unos años mi hermana sacó un vestido de una enagua de mami, que mi amiga Vivi sacó un porta vasos de una CD viejo y he visto cómo la gente come espaguetis con cucharita de postre. Cada uno hace lo que le dé la gana con lo que tiene.
            Si alguien usa Facebook para postear cada tres minutos cómo va el partido y a usted le disgusta hay un botón a la derecha para ocultar las publicaciones de esa persona y también hay una opción para eliminar la amistad (en la barra izquierda del perfil de la persona en el último renglón).
            Si alguien decide usar Twitter para contar cómo su novia y él se demuestran su cariño, bien por esa persona, usted lo sigue si quiere o no si no quiere. Vieran que tenemos voluntad y podemos decidir.
            Puedo seguir con ejemplos, de hecho redacté tres más y los eliminé en la edición porque me pareció demasiado.
            Entonces, me pregunto ¿Por qué queremos que los demás usen las redes sociales como a nosotros nos parece correcto?, que Facebook es para mantenerse en contacto, que Twitter es para mantenerse informado, que YouTube es para compartir videos útiles, que Tumblr no es para conocer gente. Bueno, si esos son los usos más aceptados socialmente, bien, pero no me importa. Yo no uso Tumblr para hacer amigos, pero si alguien lo hace a mí no me va a dar cáncer en el esófago. Si alguien postea videos de los Beatles en Facebook todos los días a usted no se le va a hacer un tumor mejilla izquierda y si alguien tuitea hasta cuando está en el baño es porque le da gana hacerlo. Juro que hacer un gran escándalo por cómo los demás hacen lo suyo es un desperdicio de recursos.
            ¿Que yo estoy haciendo lo mismo en este momento? Si. Estoy quejándome de la gente que se queja, pero considero (porque creo en mi verdad) que dejar a la gente en paz es muy útil.
            Oculten, eliminen y bloqueen, son funciones que sirven para algo, aprendan a usarlas y traten de seguir sus propios gustos y aficiones y no lo que los demás quieren.
            ¿Y si me gusta criticar estados, el uso de las redes sociales y esa es mi actividad favorita? Pues no me importa, siga criticando que eso no va a cambiar nada, yo voy a seguir amando el café y mi papá va a seguir paseando en moto todos los domingos. El mundo sigue dando vueltas.
            Disfruten sus estados, fotos, notas, comentarios y juegos.
            Tranquilos, que el mundo está hecho para uno.